lunes, 23 de junio de 2008

Luces y sombras


El siglo XVIII se caracterizó por un importante desarrollo demográfico y económico. El censo de Floridablanca de 1787 cuantificaba en 5.025 habitantes la población de Aspe, colocándose la villa en el puesto veintiuno entre las localidades del Reino de Valencia.
Con el crecimiento generalizado, La Señoría aumentó sus ingresos y, junto a ellos, su poder y el control sobre sus vasallos.
La inmensa mayoría de los aspenses se dedicaba a las labores agrícolas. Pocos eran los hacendados y una multitud los pequeños propietarios y jornaleros. Los hacendados-propietarios-labradores coparían los cargos municipales, situándose, junto al clero y al representante del señor, en la cúspide de la pirámide social.


Desde la Edad Media se aprovechaba, por medio de acequias y acueductos (Fauquí, Aljau, Mayor…), el agua que afloraba en los manantiales de “las Fuentes” para irrigar una fértil huerta, muy famosa en las comarcas circundantes. De los frutos de la huerta (verduras, hortalizas y legumbres) y de su protagonismo en la dieta de los aspenses de antaño viene, sin duda, nuestro mote de “flatosos”. Con todo, el secano dominaba sobre el regadío y los cultivos más extendidos eran la vid y el trigo.
Mención especial merece el vino. Aspe fue una localidad eminentemente vitivinícola hasta que la filoxera arruinó los viñedos a comienzos del siglo XX. Nuestro pueblo estaba entre los mayores productores de vino del Reino de Valencia (hasta 400.000 cántaros en años de buena cosecha). Era costumbre iniciar la vendimia el día siguiente a la festividad de San Francisco de Asís. El excedente se vendía en las poblaciones de alrededor y en las regiones limítrofes o salía rumbo a los mercados extranjeros por los puertos de Alicante y Cartagena. Estrechamente unida al vino destacó también la elaboración del aguardiente. Algunos propietarios adquirieron alambiques para destilar el vino creando las únicas “fábricas” que existieron en la villa hasta el advenimiento de la industrialización.


El siglo de las luces acabó ensombrecido por negros nubarrones de crisis y decadencia. El dieciocho expiraba con un declinar de la prosperidad que trajo consigo, entre otras cosas, el resurgir del endémico fenómeno del bandolerismo. Muchos jornaleros empobrecidos se echaron al monte buscando en la rapiña el sustento y los recursos que no podían obtener por la falta de trabajo en los ciclos de malas cosechas, los bajos salarios, el encarecimiento de los productos de primera necesidad o las pesadas cargas fiscales.

viernes, 20 de junio de 2008

Duques de Maqueda


El título de Duque de Maqueda fue concedido a Don Diego de Cárdenas y Enríquez, hijo de Don Gutierre de Cárdenas, por el emperador Carlos V en 1529.
(Cárdenas)
  1. Gutierre de Cárdenas y Chacón, señor de Maqueda. + 1503.
  2. Diego de Cárdenas y Enríquez, I Duque de Maqueda. +1542.
  3. Bernardino de Cárdenas y Pacheco, II Duque de Maqueda. +1560.
  4. Bernardino de Cárdenas y Portugal, III Duque de Maqueda. + 1601.
(Manrique de Lara- Duques de Nájera)
  1. Jorge de Cárdenas y Manrique de Lara, IV Duque de Maqueda. +1644.
  2. Jaime Manuel de Cárdenas Manrique de Lara. V Duque de Maqueda. + 1652.
  3. Francisco María de Monserrat Manrique de Cárdenas, Vi Duque de Maqueda. +1656.
  4. Teresa Antonia Manrique de Mendoza, VII Duquesa de Maqueda. + 1657.
(Lencastre-Duques de Aveiro)
  1. Raimundo de Lencastre, VIII Duque de Maqueda. + 1666.
  2. María Guadalupe de Lencastre, IX Duquesa de Maqueda. + 1693.
(Ponce de León-Duques de Arcos)
  1. Joaquín I Ponce de León Lencastre y Cárdenas, X Duque de Maqueda. + 1729.
  2. Joaquín Cayetano Ponce de León y Cabrera, XI Duque de Maqueda. + 1743.
  3. Manuel Ponce de León, XII Duque de Maqueda. + 1744.
  4. Francisco Ponce de León y Cabrera, XIII Duque de Maqueda. + 1763.
  5. Antonio Ponce de León, XIV Duque de Maqueda. + 1780.
(Osorio de Moscoso-Condes de Altamira)
  1. Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán, XV Duque de Maqueda. + 1816.
  2. Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo, XVI Duque de Maqueda. + 1837.
  3. Vicente Pío Osorio de Moscoso y Ponce de León, XVII Duque de Maqueda. + 1864.
  4. Francisco de Asís Osorio de Moscoso y de Borbón, XVIII Duque de Maqueda. + 1924.
  5. Francisco de Asís Osorio de Moscoso y Jordán de Urries, XIX Duque de Maqueda. + 1952.
  6. María del Perpetuo Socorro Osorio de Moscoso y Reinoso, XX Duquesa de Maqueda. + 1980.
  7. María de los Dolores Barón y Osorio de Moscoso, XXI Duquesa de Maqueda.
  8. Luis María Gonzaga de Casanova Cárdenas y Barón, XXII Duque de Maqueda.
  9. El título ha pasado en 2011 a su hermana: María del Pilar Paloma de Casanova y Barón (n. en 1947), XXIII duquesa de Maqueda, casada con Francisco López de Becerra y de Solé.


martes, 17 de junio de 2008

De señores y vasallos


El duque de Maqueda, que era también marqués de Elche y señor o barón de Aspe, se opuso mientras pudo a la expulsión de los moriscos, sus mejores y más rentables vasallos. A diferencia de Elche - la cabeza del marquesado, poblada mayoritariamente por cristianos viejos- que había protagonizado numerosos episodios de insumisión y rebeldía frente al poder señorial, la villa morisca de Aspe siempre se mostró fiel y sumisa a su dueño temporal.
Consumada la expulsión, ninguna catástrofe natural, ninguna epidemia, ni siquiera las hambrunas o las guerras habían causado - ni causarían en el futuro- una pérdida de población semejante a la de 1609 y, consecuentemente, la merma económica de considerables proporciones que estaba privando de los ingresos de antaño a las, cada día más paupérrimas, arcas señoriales. Nuestro pueblo necesitó aproximadamente un siglo para recuperarse demográficamente del éxodo provocado por la expulsión, y no será hasta comienzos del XVIII cuando Aspe consiga igualar la cantidad de habitantes que tenía antes del masivo destierro.
Para superar tan dramática situación, el duque de Maqueda emprendió una serie de medidas encaminadas a estimular la afluencia de repobladores a sus posesiones. En 1611 firmó con el vecindario y las autoridades municipales de Aspe una carta de Puebla donde se establecían las condiciones impuestas a los futuros colonos. Los nuevos vasallos recibían una casa y tierras para cultivar, el señor les cedía el dominio útil de la tierra mientras él conservaba el dominio directo (enfiteusis) y el derecho sobre los monopolios y regalías: molinos, tiendas, cantarerías, carnicería, hornos, taberna, montes, manantiales…
El señor de la villa y baronía de Aspe percibía las rentas señoriales, nombraba a las autoridades municipales y ejercía la jurisdicción civil y criminal, alta y baja, mero y mixto imperio. Gracias a los autos de las tomas de posesión de los duques o, más bien, en la mayoría de los casos, de sus procuradores-representantes, nos podemos hacer una idea cabal de lo que eran los señores en aquella época, de su preponderancia en el orden social y del poder político y económico que concentraban en su persona. A modo de ejemplo, vamos a resumir aquí el contenido del documento correspondiente a la toma de posesión de la villa y baronía de Aspe de 1645 (1):

- El documento está escrito en valenciano.
- El nuevo duque de Maqueda y barón de Aspe es D. Jaime Manuel de Cárdenas, quien sucedía al frente de la Casa a su difunto hermano, D. Jorge de Cárdenas.
- El procurador del duque en la toma de posesión es el canónigo de la Catedral de Valencia D. Joseph Sanz.
- Son convocados públicamente por el oficial pregonero a son de trompeta el justicia (presidente del Consell), jurados, consejeros, mustasaf (encargado de los pesos y medidas y de evitar el fraude en el comercio de las mercaderías), sobrecequiero (administraba el uso de las aguas de riego), síndico y demás vecinos y vasallos de la villa para celebrar consejo general en la Iglesia Parroquial.
- Reunidos en el templo y presididos por don Joseph Sanz, se inicia el acto de toma de posesión con el solemne juramento y homenaje de fidelidad y vasallaje al Duque de Maqueda, en la persona de su procurador, siendo reconocido unánimemente como señor natural de la villa y baronía de Aspe.
- Por su parte, en nombre del duque, don Joseph Sanz juraba observar y guardar los fueros, privilegios, usos y buenas costumbres del Reino de Valencia y de la villa de Aspe.
- El procurador destituye y restituye inmediatamente a las autoridades y cargos municipales (justicia, jurados, mustasaf, sobrecequiero, síndico), escenificando de esta manera que correspondía al señor, y a nadie más, la elección y nombramiento de los miembros del Consell.
- Se manda pregonar por los lugares de costumbre la prohibición de portar toda clase de armas. Es apresado un vecino que traía un puñal al cinto. Poco después será amnistiado y puesto en libertad por el representante del duque.
- El procurador acompañado de los cargos municipales y de numerosos vecinos de la villa comienza la toma de posesión del patrimonio y regalías señoriales.
- Se dirigen, en primer lugar, a tomar posesión de la Casa de la Señoría, sita en la Plaza, donde habitaba el Bayle (el lugarteniente del señor en la villa, cuya principal misión era velar por los intereses de la Señoría).
- Sigue la posesión de la Casa-Hospital.
- Posesión de una casa con huerto propiedad de Su Excelencia (que podría tratarse del mismo establecimiento que en el pasado perteneció a la Santa Inquisición, situado en el arrabal del Molino).
- Del hostal y mesón de la villa, también en la plaza.
- De los graneros y caballerizas que lindaban con la plaza mayor, el hostal-mesón y la sala nueva del Consell.
- Del horno de vidrio.
- De los tres hornos de pan que existían en la villa: el de la calle nueva de la Iglesia, el del Barranco y el horno nuevo.
- De la tienda.
- De la carnicería.
- Del molino harinero, que daba nombre a un barrio que había crecido a extramuros de la villa, "el raval del Molí".
- De la taberna.
- De las cárceles.
- De la regalía de las cantarerías. En la documentación correspondiente a la toma de posesión del año 1668 en nombre de la duquesa doña María Guadalupe se citan cuatro casas cantarerías conocidas popularmente como: la de la Judería, la de “vora del riu”, la de “Avinent” y la del “racó”.
- Después, en señal de la posesión de la villa “y del Clos (2) de aquella” el procurador pasea por las calles de la población.
- Seguidamente salen fuera de la villa y, desde el promontorio del Calvario, don Joseph Sanz toma posesión de todo el término hasta donde alcanza la vista: “accedi personalment al puesto hon esta el Monte Calvari fora de dita vila de hon se vehen les montanyes terme y orta de aquella y de alli prengue possesio de tot lo terme montanyes terra culta e inculta orta aygües y fonts de aquella…”
- Para finalizar, se dirigen al lugar del cadalso, cercano a la villa, donde se simboliza, arrancando la rama de un árbol y colgándola de la horca, la posesión de la jurisdicción civil y criminal, alta y baja, mero y mixto imperio.

(1) Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Baena, c. 165.
(2) Clos: Recinto, lugar delimitado por un cerco, espacio cerrado al exterior. Queda claro que Aspe era una villa murada, con arrabales, puertas, tapias y elementos defensivos (el portal de la villa, la puerta de Orihuela, más tarde, o los "castillos" del Aljau y del Calvario, asociados a sendos puentes en los accesos a la población, aparecen en diversos documentos de los siglos XVI, XVII y XVIII).

domingo, 15 de junio de 2008

Rodrigo, Juan y Francisco

Tenemos constancia documental acerca de 39 moriscos de Aspe procesados por el Tribunal del Santo Oficio bajo la acusación de “islamitas”. Relacionamos a continuación sus nombres, detallando también el año y la sentencia si se conoce:
- 1564. Adrian, Juan: 100 azotes, un mes de cárcel y multa de 50 ducados.
- 1566. Alfafar, Rodrigo.
- 1566. Alpejo, Baltasar.
- 1566. Lugo, Miguel.
- 1567. Alpes, Baltasar: 2 meses de cárcel y multa de 6.000 maravedíes.
- 1567. Amar, Gaspar: 6 meses de cárcel y multa de 6.000 maravedíes.
- 1567. Bernabil, Pedro: 1 año de cárcel y multa de 6.000 maravedíes.
- 1567. Hamza, Beatriz: 6 meses de cárcel y multa de 6.000 maravedíes.
- 1567. Lego, Puyol: 2 meses de cárcel y multa de 6.000 maravedíes.
- 1567. Payol, Juan: 2 años de cárcel y multa de 30 ducados.
- 1568. Almilla, Luis: 4 meses de cárcel.
- 1568. Alpes, Luisa: 2 meses de cárcel.
- 1568. Amar, Beatriz: 6 meses de cárcel.
- 1568. Fajar, Rodrigo: relajado, quemado en la hoguera.
- 1568. Mandado, Juan: relajado, quemado en la hoguera.
- 1568. Martínez, Francisco: relajado, quemado en la hoguera.
- 1568. Morón, Catalina: 6 meses de cárcel.
- 1570. Aduzarat, Ginés.
- 1570. Albian, Diego.
- 1571. Carles, Luis: 6 meses de reclusión.
- 1571-1580. Leonor.
- 1580. Zarcote, Ángela: 6 meses de cárcel.
- 1582. Magan, Melchor: Absuelto.
- 1586. Belvis, María: 4 años de cárcel.
- 1587. Lupe, Luis ben: Suspendida.
- 1587. Mahamux, Juan: Absuelto.
- 1588. Gomez, Gil: 4 años de galeras.
- 1592. Alazón, Francisco: Galeras.
- 1593. Mayo, María.
- 1594. Alacayo, Juan: 100 azotes y cárcel perpetua.
- 1594. Alcorean, Alonso: 5 años en galeras.
- 1594. Durramen, Hernando: Absuelto.
- 1594. Fajardo, Lorenzo: Absuelto,
- 1594. Mayayo, María: Cárcel perpetua.
- 1594. Ruta, Luis: 6 años en galeras.
- 1594. Tete, Ginés: Azotes y 5 años en galeras.
- 1662. Estrellero, Pedro: Absuelto.

Aspe pertenecía junto a otras 189 poblaciones al Tribunal del Santo Oficio de Murcia instaurado por los Reyes Católicos en 1488. El lugar de costumbre donde se celebraban los Autos de Fe era la iglesia de Santa Catalina de dicha ciudad.
Las cuatro últimas décadas del XVI comprenden el momento álgido de la actividad inquisitorial desplegada contra aquellos moriscos que, se sospechaba, practicaban en secreto “ceremonias y cosas de la secta de Mahoma”. Podemos observar que 1567, 1568 y 1594 son los años con mayor número de procesados.
Cuando la sentencia era condenatoria se establecían tres grados de castigo. El menor correspondía a los “penitenciados”. Éstos debían abjurar o retractarse de su delito y recibían sobre todo, penas de multa, destierro o azotes. Es el grupo más numeroso entre los encausados de nuestra localidad.
El siguiente grado quedaba reservado a los “reconciliados”. La infracción era de mayor gravedad y el Santo Oficio imponía penas más duras que las anteriores, como la confiscación total de bienes, la cárcel perpetua o el envío a galeras.
Y, por último, estaban los “relajados”, los “criptomusulmanes” que por la enormidad de su delito eran separados y entregados al brazo secular para ser quemados en la hoguera.
Tres moriscos de Aspe fueron quemados en 1568.
Rodrigo de Fajar, Juan Mandado y Francisco Martínez oían la lectura de la terrible sentencia. Los imaginamos con los cuerpos maltrechos por el tormento del potro y la mancuerda, postrados, los sentidos oscurecidos a causa del miedo, el dolor y la vergüenza, ausentes, ajenos a lo que les rodeaba, en la lejanía de los ya resignados a abandonar este mundo, vestidos de ignominia con el infame sambenito ante un populacho fanático y morboso. Serían separados del seno de la Iglesia y entregados a las autoridades civiles para ser conducidos a la hoguera. Las llamas los iban a consumir con indecible sufrimiento, abrasados vivos si no pedían perdón en el último instante y el verdugo les daba garrote antes de que las lenguas de fuego devorasen la lacerada carne.

viernes, 13 de junio de 2008

El pastor y su grey

Con el rótulo de “Erección de los curatos de los lugares de moriscos del obispado de Orihuela” existe un expediente promovido por el obispo Joseph Esteve en 1597 que recoge noticias de las localidades con población morisca de la diócesis oriolana, entre ellas Aspe, donde el mitrado quería nombrar rectores o párrocos perpetuos para mejorar la atención pastoral y la instrucción religiosa de los cristianos nuevos. Esta documentación de 21 folios, hallada por el profesor J. B. Vilar en el Archivo Catedral de Orihuela hace más de 30 años, resulta imprescindible para conocer la situación de los moriscos del sur del reino de Valencia en vísperas de la expulsión. En referencia a Aspe puede leerse:

“El lugar de Aspe se compone de 386 casas de Cristianos nuebos y 70 de viejos que todas hacen el número de 456.

Hay Yglesia Parroquial con la ynvocacion de Santa Maria, que es la mesma que antes era Mezquita de Moros. Su cura de almas se ha ejercido por dos sacerdotes mercenarios, a quienes por sus alimentos su dueño temporal Duque de Maqueda y Marques de Elche acostumbró dar 69 L. moneda valenciana por razón de todos los frutos diezmales que por concesión Apostólica percibe de dicho pueblo, ascendiendo su valor a 1.400 L. anuales y también en virtud de cierta concordia celebrada ante el obispo y Cabildo de Cartagena, de una parte, y de otra D. Juan Ruiz de Corella dueño de los lugares de Novelda, Aspe, Petrel y Salinas sobre los diezmos de dichos pueblos. Y con escritura ante Matheo Esteve, notario a los 30 días del mes de agosto año 1494 otorgada en la villa de Aspe, se obligó su dueño temporal a mantener en él un sacerdote cura de almas y la universidad de Aspe a dar 25 L. por razón de las primicias, por quanto no se davan en fruto a los parrochos.

Y respecto que es muy presiso instruir en la fe Catholica a los dichos nuevamente combertidos, y que tengan éstos pastor propio que no tema a nada, antes bien exponga su vida por sus feligreses, conviene que se constituya en dicha Parroquial Yglesia un rector o parrocho perpetuo, que obtenga dicha rectoría por concurso, y a quien en parte de su congrua se le apliquen y queden aplicados para siempre las dichas 94 L. y para cumplimiento de las 100 L. y para alimentar un vicario que es necesario, y para administrar los sacramentos a un tan crecido pueblo, se han de añadir otras 56 L., que con las 94 L. de antes, componen las 150 L. que se deveran pagar en esta forma:

El dueño temporal pagará por el motivo referido 31 L. que con las 69 L. que antes contribuía, pagara en adelante 100 L. que es el lote de Rectoría y Rector. Y dicha Universidad pague otras 25 L. mas por razón de las primicias, y así pagará las 50 L. por los alimentos del vicario que poco ha se obligó a pagar todos los años al rector que se nombrase, según escritura recibida por el notario de dicha Universidad.

Y por quanto la Yglesia a donde concurre el pueblo y se celebran los oficios divinos, es la antigua Mezquita, como sus edificios lo demuestran, y ésta por su antigüedad amenaza ruina, en este sitio, y a expensas de la Universidad, según la forma establecida edifíquese otra de nuevo, que luego que fuese concluida, derritiese la vieja Mezquita, sin dexar memoria de ella, y sus rentas y demás bienes que le pertenecieron antiguamente queden aplicados a la Parroquia nueva y la administración de ellos a cargo del ecónomo y rector”.

jueves, 12 de junio de 2008

Muy cerca de desaparecer


En el contexto de la rebelión de las Germanías, comenzaron a practicarse bautizos forzosos y en masa de mudéjares en muchos lugares del Reino de Valencia y las mezquitas se fueron transformando en iglesias y ermitas.
En 1525 el rey Carlos I decretaba que nadie de una religión distinta al cristianismo podía permanecer en sus reinos excepto bajo la condición de esclavo. A los mudéjares bautizados se les comenzó a llamar “moriscos” o “cristianos nuevos de moro”. La población musulmana se veía obligada, ahora sí, a abandonar la religión coránica y a acatar la fe cristiana. Pero el cambio de credo fue sólo pura apariencia, una conversión fingida, una falsa apostasía que era además permitida por el Islam. Los moriscos conservaron en secreto y en la intimidad de sus casas la religión y las atávicas prácticas islámicas.
Bajo el reinado de Felipe II, las autoridades políticas y religiosas resolvieron acabar con la obstinación morisca por la vía de la represión y del castigo ejemplar del disidente. El instrumento para llevarlo a la práctica iba a ser la Inquisición. Tres moriscos de Aspe fueron quemados en la hoguera en 1568.
Pero tampoco funcionó. Con la sinrazón es imposible convencer. El problema morisco persistía. Se buscó otra solución. Y se encontró. Se haría al modo de Isabel y Fernando. Si los Reyes Católicos habían expulsado a los judíos en 1492, el tataranieto, Felipe III, haría lo propio con sus súbditos moriscos a partir de 1609.
Aspe se vació. Alrededor de 2.000 personas -(más del 85% de la población), entre hombres y mujeres, niños y ancianos- fueron arrancadas de sus casas, de su pueblo, y vomitadas del reino como cosa perniciosa. Una legión de apátridas embarcaba en los puertos con destino incierto y sin un hogar al que poder volver.
En medio de la desolación quedaron unas pocas familias de cristianos viejos, tan pocos que iba a ser difícil sobreponerse a tamaña calamidad y empezar de nuevo. Había mucho por hacer y pocos brazos disponibles. Aspe estuvo muy cerca de desaparecer de los mapas y de la historia.

miércoles, 11 de junio de 2008

La aljama de Aspe


La dominación cristiana no significó el exterminio de los musulmanes, ni el destierro, ni siquiera la obligación de someterse a la religión y a las costumbres de los vencedores. Los mudéjares fueron tolerados y protegidos porque así interesaba a la Corona, a la Iglesia y a la nobleza. Para los poderosos representaban una importante fuente de ingresos; las rentas mudéjares llenaban los cofres y las arcas de sus señores. Circulaba un dicho que sentenciaba: “huerta que cava un moro, vale un tesoro”.
Muy pocos musulmanes se marcharán al reino nazarí de Granada o al norte de África y muy pocas familias cristianas se afincarán aquí. Así pues nuestro pueblo continuará siendo habitado por una población mayoritariamente islámica durante siglos, prácticamente hasta el momento de la expulsión de los moriscos decretada por el rey Felipe III en 1609.
Aspe fue una de las aljamas más destacadas del sur del reino de Valencia. El viajero alemán Jerónimo Münzer solamente menciona a nuestra localidad cuando habla de las aljamas productoras de uva pasa de un valle cercano a la ciudad de Alicante y Hernando Colón, hijo del Almirante, la llama “Granada la chica” en la segunda década del siglo XVI.
Los mudéjares de Aspe crearon una fértil huerta gracias a las acequias y acueductos (Fauquí, Aljau...) que conducían el agua del Tarafa a los cultivos, eran buenos herreros y la uva pasa que elaboraron llegó a ser muy apreciada en muchos lugares de Europa.
La coexistencia entre moros y cristianos alternó episodios de pacífica convivencia con momentos de tensión y conflicto que solían coincidir con las graves crisis de subsistencias, las guerras o las epidemias.
Un ejemplo de colaboración entre moros y cristianos fue la creación a principios del siglo XV de “La hermandad de las aljamas y villas de la Gobernación de Orihuela”. Las villas cristianas de Orihuela, Elche, Alicante, Villena y Sax hacían causa común con las aljamas de Crevillente, Elda, Aspe, Novelda, Chinorla, Monóvar, Petrel, Asprella y el arrabal de Elche, en la lucha contra los frecuentes secuestros que tenían como objetivo el cobro de un rescate, delito que era conocido en la época con el nombre de “crimen de collera”.
Algunas veces la Corona y la Iglesia intentaron con muy poco éxito la conversión de los mahometanos al cristianismo. La barrera del idioma –los mudéjares hablaban la algarabía- y la perseverancia de los moros en su religión y costumbres influyeron decisivamente en los magros resultados. Las escasas conversiones tendrían lugar en el ámbito urbano donde los cristianos eran mayoría y la convivencia entre ambas comunidades resultaba mucho más intensa.
Será ya en el siglo XVI cuando se emprenda por todos los medios, incluso los más drásticos y abyectos, la asimilación del mudéjar, pero de esto hablaremos más tarde.

martes, 10 de junio de 2008

La Entrada Cristiana


Aspe iba a compartir idéntica suerte que la cercana Crevillente, ciudad de la que dependía. El señor de Crevillente, el agareno Ahmad B. Hud, hijo del rey de Murcia, firmó en 1243 un pacto con el Infante de Castilla don Alfonso, el futuro rey Sabio. Nos referimos al Tratado de Alcaraz. Al reconocer la soberanía castellana, Ahmad B. Hud conservaba el rango de gobernador o “ra´is” del señorío de Crevillente y aseguraba también el respeto a las propiedades, la religión y las costumbres de los nuevos vasallos musulmanes de la corona castellana. De este modo, Aspe quedaba sometida al reino de Castilla de forma enteramente pacífica.
Por estas fechas, los moradores del Castillo del Río comienzan a trasladarse a un nuevo emplazamiento en el llano a orillas de otro río, el Tarafa, afluente del Vinalopó. Es el origen de “Aspe el Nuevo” y el ocaso de Hisn Asf, de "Aspe el Viejo". Los motivos de tal abandono los desconocemos en detalle, pero cabe suponer que mucho tendría que ver la imposición a los mudéjares de desalojar las fortalezas que habían ocupado para asentarse en campo abierto.
Aspe permanece bajo la férula de Castilla hasta finales del siglo XIII. Entre tanto, Aragón todavía no ha puesto límites a su expansión territorial y codicia los territorios murcianos en la frontera meridional (la mitad sur de la actual provincia de Alicante). Así, el rey aragonés, Jaime II, aprovechando la debilidad castellana y la minoría de edad del futuro Fernando IV, penetra en tierras murcianas. Los murcianos opondrán una tenaz resistencia excepto en el señorío moro de Crevillente. Otra vez el ra´is de Crevillente se apresurará a firmar un pacto de vasallaje y sumisión y, otra vez, las localidades de su señorío, entre ellas Aspe, se someterán cordialmente a una nueva potencia, esta vez a la Corona de Aragón.
Definitivamente, por la “Sentencia Arbitral de Torrellas” del año 1304 que fijaba los límites entre los reinos de Castilla y Aragón, la aljama de Aspe quedaba bajo soberanía aragonesa en la parte “ultra Sexonam” (de más allá de Jijona) del Reino de Valencia.

La Entrada Mora


El Islam en una descomunal expansión iniciada en los desiertos de Arabia, había alcanzado en tiempo record las vecinas costas del Magreb. En el horizonte, al otro lado del mar, la Hispania visigoda se perfilaba entre la bruma como fruta madura a punto para ser recolectada. Los árabes, la etnia dirigente dentro del Islam, soñaban con un rico botín y con un paraíso de feraces campos, densos bosques y auríferos ríos. El deseado cuerno de la abundancia hispánico se encontraba a su alcance. Frente a ellos tenían a un estado godo descoyuntado por las guerras civiles entre bandos nobiliarios que se disputaban el trono, un reino dividido y en ruinas. Los caudillos árabes estaban dispuestos a no desaprovechar las ventajas de semejante coyuntura. Así las cosas, en 711, uno de ellos, Tariq, al mando de 7.000 beréberes atravesó el Estrecho y derrotó al ejército hispano-godo de Rodrigo en una batalla que probablemente se libró a orillas del río Guadalete. Un año después, Musa, el gobernador árabe del norte de África, desembarcó con un imponente ejército de 18.000 hombres para acometer la conquista de la península ya de manera decidida. Un buen número de jefes visigodos se sometió sin resistencia a los nuevos amos. El noble Teodomiro –Tudmir para los árabes- fue uno de los magnates visigodos que optaron por preservar sus privilegios bajo dominio musulmán. Teodomiro, señor de un vasto territorio en el sureste del solar ibérico, firmó un tratado con el hijo de Musa conocido como “Pacto de Teodomiro”. Lo que quiera que fuera Aspe en los albores de la invasión islámica, quizá nada más que un diminuto asentamiento rural en el corredor natural del Vinalopó por donde pasaba desde época romana la Vía Augusta, quedaba dentro de los límites del territorio señoreado por el caudillo visigodo que comenzó a llamarse “Cora de Tudmir”.
Tras las noticias de época antigua y hasta el siglo XI, las fuentes documentales que conocemos no mencionan una sola vez el lugar de Aspe. Va a ser el geógrafo almeriense Al-Udri quien haga caer este velo de oscuridad cuando se refiera a la alquería de Aspe (´Ash), al señalar las sucesivas etapas del itinerario entre las ciudades de Murcia y Játiva:

“… de la ciudad de Murcia a la ciudad de Orihuela, una etapa; a la alquería de Aspe, una etapa…”

Pero a mediados del siglo XII la situación cambiará a lo largo del Valle del Vinalopó. Las reformas que van a introducir los almohades para contrarrestar el empuje de los reinos cristianos del norte reactivarán la economía y favorecerán el asentamiento de nuevos pobladores en el territorio. La aldea que fue Aspe es ahora “Hisn Asf” (El Castillo del Río) un poblado fortificado, una plaza fuerte cabeza de distrito administrativo, que corona un promontorio sobre un meandro del Vinalopó (más adelante hablaremos con mayor amplitud y detalle de Hisn Asf).
Los esfuerzos de los almohades no lograron frenar el ímpetu de los cristianos ni sus ansias por recuperar el terreno perdido. En el verano de 1225, el caballero castellano Alvar Fáñez al mando de una aguerrida hueste de los concejos de Cuenca, Huete, Alarcón y Moya atacó el Castillo del Río. Hubo muertos en la refriega y se hicieron prisioneros. Hisn Asf resistió la acometida a duras penas y no pasó todavía a manos cristianas. No habrá que esperar mucho. Tan sólo dos décadas después de la cabalgada de Fáñez, el Tratado de Alcaraz iba a establecer la soberanía de Castilla sobre estas tierras y sobre sus pobladores.

lunes, 9 de junio de 2008

Aspe entra en la Historia

Cuando a partir del siglo VIII a.C., los intrépidos pueblos del mediterráneo oriental, fenicios y griegos, desembarquen en la península, en el otro extremo del mundo entonces conocido –en busca de metales y productos agrícolas fundamentalmente- se encontrarán con los íberos. Fenicios y griegos establecerán ventajosas relaciones comerciales con los pueblos peninsulares y estos, por su parte, copiarán los adelantos técnicos traídos por los nuevos colonos.
En el “Castillo del Río” han aparecido materiales ibéricos, cartagineses y romanos. Es bastante conocido un fragmento de cerámica ibérica decorada con la imagen de un jinete rodeado de lobos. El paraje de “el Campet” es el otro lugar del municipio donde, hasta la fecha, se han encontrado abundantes restos pertenecientes a este período.
En el siglo II d.C. el geógrafo egipcio, Ptolomeo, en su obra "Geografía", describe las poblaciones de la Contestania Ibérica, señalando entre ellas una llamada “laspis”.
Un siglo después, en el itinerario atribuido a Antonio Augusto, aparece nuevamente “Aspis”, que, en este momento, sería apenas un lugar de posta (una “mansio” o pequeño caserío) en la gran calzada romana conocida como “Vía Augusta”, cuyo trazado corría paralelo al río Vinalopó.
De tiempos más recientes, en concreto de época visigoda (siglo VII d.C.), es la necrópolis de 63 tumbas excavada en el partido de Vistalegre. Las inhumaciones siguen la tradición romano-cristiana, los cadáveres fueron colocados en posición decúbito supino (acostados boca arriba) con la cabeza orientada a poniente y los pies a oriente.
Aspis parece diluirse después en las sombras de una época particularmente oscura, evidenciándose un vacío documental y arqueológico que llega hasta el tiempo de los almorávides, ya en el siglo XI de nuestra era. La antigua Aspis será rebautizada por los nuevos amos musulmanes con el nombre árabe de Hisn Asf (Castillo de Aspe).

En el principio...


Aspe es un municipio de la Comunidad Valenciana que se encuentra en la Comarca del Medio Vinalopó, en el corazón de la provincia de Alicante. Su término municipal limita con Hondón de las Nieves, La Romana, Novelda, Monforte del Cid, Elche y Crevillente. La distancia con la capital de la provincia es de 24 km. Actualmente el vecindario de Aspe roza las 20.000 almas.
A orillas de un arroyo de moruno nombre se asienta la población. Durante siglos, las fuentes del Tarafa han dado de beber a los hombres y a la tierra. La lluvia es tan escasa como el caudal del riachuelo. Cerca del Mediterráneo, no se pasa demasiado frío en invierno y en los tórridos veranos lo mejor es ponerse a remojo o buscar una buena sombra donde cobijarse.

El hombre ha colonizado estas tierras desde la Prehistoria. En el II milenio a.C. se fueron ocupando sistemáticamente muchos de los cerros que jalonan el corredor del río Vinalopó, vía de comunicación natural entre el litoral y la meseta. Dentro del término municipal de Aspe contamos con los yacimientos arqueológicos de la Horna y el Tabayá, dos asentamientos de la Edad de Bronce situados en sendas colinas que dominan la llanura. De esta época han llegado hasta nosotros pesas de telar, fragmentos de cerámica decorada, vasos "tulipiformes", cuentas de collar, puntas de flecha, dientes de hoz, molinos "barquiformes" para moler el cereal y otros útiles y artefactos que pueden ser admirados en el museo histórico y etnológico de la localidad.

domingo, 8 de junio de 2008

Historia y vida

La historia, como la vida, es una sucesión de acontecimientos, un devenir de sucesos variopintos, buenos y malos, alegres y tristes, convulsos y tranquilos... unos hechos que imprimen carácter y nos hacen ser lo que somos...

Podemos entender la historia como la biografía de los pueblos. En este blog hablaremos de la dilatada e interesante historia de Aspe, un acogedor pueblo alicantino, encrucijada de caminos y crisol de gentes y culturas, lugar de encuentro, antes y ahora.

Un saludo a todos.

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Aspe, Alicante, Spain
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